ChinaTown- relato ilustrado

Que sí, que no, que sí, que no, que caiga un chaparrón o no, fuimos igual. Y al final, as always, el paraguas se dio un lindo paseo. Y caminamos y fuimos a un super que tenía todo, absolutamente todo (o casi, ponele) importado. Todo. Cosas raras, maravillosas, de muchos colores. Y baratijas, chucherías, de las que llenan estantes y te da fastidio después limpiar. Y paraguas, que al final no compré, pero casi. Casi, no me quería gastar todo mi escaso dinero trabajosamente reunido.
Pero me compré té con jazmín (y se siente como comer una flor) y palitos de fruilla en una caja de Doraemon (poquis?) y un abanico (it's not a huge thing, pero los lindos de verdad eran más caros) y de esos sahumerios que se venden en todos lados pero como esa mañana se me habían terminado, aproveché y compré. El poroto rojo en pastelería tiene un gusto parecido al mazapán. Adaki. Me acordé. Y me gustan los "fideos salteados mixto"
Y a Snifverbli también, pero su cara es por el esquerosamente dulce té verde frío. Las infusiones dulces ya no son para mí.
Y caminamos un rato más. Y el museo estaba cerrado, justo ese día único del año por "desinsectación". Chau jardín mágico. Y nos fuimos a Chacarita.
No de un soponcio, no. Pero casi nos pisa un auto cuando queríamos cruzar para entrar. "Por lo menos ya estamos acá", digo. "¡Qué humor negro que tenés!" me dijo una señora, también esperando para cruzar, pero ella sí iba con un ramito de flores. Y fuimos y estuvimos mucho rato y no quiero volver en un tiempo, tal vez. Morena se va a poner contenta por eso. Mi madre más.
"¿Y por dónde andan?"
"En Chacarita"
"¡Ah! Ya están volviendo"
"No, en estamos en el cementerio"
"¡Aaaaay, Fiorella, con razón tanto se escucha tanto silencio!"
Hay loros verdes en Chacarita.
Y nos detuvimos a comer los pastelitos rellenos de adaki y a tomar un refresco de durazno con Snifverbli. La cara la puso cuando le dijimos dónde estábamos.
Y volvimos.
Fin