dissabte, d’abril 23, 2011

J'adore: Lewis Carroll

-¡Que conveniente sería -observó riendo Lady Muriel, á propos de mi insistencia en ahorrarle las molestias de llevar una taza de té al otro lado de la habitación al Conde- si las tazas de té no tuvieran peso! ¡A lo mejor entonces se podría dejar a las señoras llevarlas a distancias cortas!
-Podemos imaginar fácilmente una situación -intervino Arthur- en que las cosas no tuviesen que tener necesariamente peso, unas respecto de otras, aunque cada una tendría su peso propio, con respecto a sí misma.
-¡Una paradoja imposible! -exclamó el Conde-. Díganos cómo podría ser eso. No acierto a adivinarlo.
-Bien, supongamos esta casa, tal como es, situada unos cuantos billones de millas por encima de un planeta, y sin nada entre ellos. ¿Cae sobre el planeta?
El Conde asintió.
-Desde luego, aunque podría tardar varios siglos en hacerlo.
-Y ¿existiría la hora del té durante todo ese tiempo? -preguntó Lady Muriel.
-Eso y otras cosas -respondió Arthur-. Los moradores vivirían normalmente, crecerían y morirían, y la casa seguiría cayendo, cayendo, cayendo... Pero vamos con el peso relativo de las cosas. Nada puede pesar, ya lo saben, a menos que intente caer y se le impida hacerlo. ¿De acuerdo?
Todos asentimos.
-Bien, entonces, si tomo este libro y lo sujeto en el extremo de mi brazo, naturalmente que siento su peso. Intenta caer, y yo se lo impido. Y si lo suelto, cae al suelo. Pero si estuviésemos cayendo todos juntos, no podría intentar caer más deprisa, ¿no es así?; pues si lo suelto, ¿qué otra cosa puede hacer más que caer? Y como mi mano estaría cayendo también (y a la misma velocidad), no podría dejarlo nunca, pues eso significaría que se pondría en el primer puesto de la carrera. ¡Y no podría superar el suelo, que también caería!
-Ya entiendo -dijo Lady Muriel-. Pero se marea una al pensar en esas cosas. ¿Cómo puede hacerlo usted?
-Existe una idea más curiosa aún -me aventuré a decir-. Imagínese una cuerda amarrada a la casa, por debajo, y que tire alguien de ella desde el centro del planeta. Entonces, naturalmente, la casa va más deprisa que a su velocidad normal de caída; pero los muebles (y nuestras personas) seguirán cayendo a su antigua velocidad, y por lo tanto se quedarían atrás.
-En la práctica, subiríamos hasta el techo -intervino el Conde-. La consecuencia inevitable de ello sería una conmoción cerebral.
-Para evitarlo -continuó Arthur-, clavaríamos los muebles al suelo y nos ataríamos a las sillas. Así podríamos tomar el té tranquilamente.
-¡Pero hay un pequeño inconveniente! -le interrumpió Lady Muriel-. Tendríamos que tener bien sujetas las tazas, pero ¿qué haríamos con el té?
-Había olvidado el té -confesó Arthur-. ¡Sin duda, subiría al techo, a menos que lo bebiésemos por el camino!
-Lo cual me parece suficientemente absurdo -dijo el Conde-. ¿Qué noticias nos trae usted del gran mundo de Londres?
Silvia y Bruno
Publicado previamente -fragmento del fragmento- aquí.

dijous, d’abril 21, 2011

J'adore: Devendra Banhart

Abans


Després

Me bajé la discografía completa (otra vez) a ver si la escucho completa (de una vez)

(y como que sí, me quedé con las re ganas de ir a verlo)(otra vez)