dissabte, de setembre 27, 2008

¡Aurora! ¡Aurora! ¿Dónde estás, Aurora?

Ayer, llama una señora pidiendo hablar con Aurora. Le digo que se equivocó de número. A los 5 minutos vuelve a llamar, otra vez quiere comunicarse con Aurora, le digo no no señora, equivocado. Bueno, me dice, como ofendida. A los 5 minutos vuelve a llamar, pidiendo por Alfredo, o Armando, no me acuerdo. Equivocado, le digo. Corté y empecé a las carcajadas.
Hoy suena el teléfono y era de nuevo la señora, pidiendo hablar con Aurora. Equivocado, le digo. Al rato vuelve a llamar, sólo que cambió de guión:

Yo: Hola?
Señora: (con un dejo de temor en la voz) Hola, quién habla?
Yo: Con quién quiere hablar? (implacable, jamás decir mi nombre)
Señora: Con Nora (o tal vez dijo Aurora, pero tan bajito, tan tímidamente, que sólo escuché -ora)
Yo: No, equivocado.

Me parece que Aurora y Alfredo, o Armando, se hartaron de la señora y le pasaron cualquier número. O la señora perdió sus lentes, y marca cualquier cosa. O no sé, pretende que llamando 5 veces al mismo número, algún día la atienda Aurora.
Pobre señora!

dimarts, de setembre 02, 2008

Lohengrin


El drama de Lohengrin lleva, como el de Tannhäuser, el carácter sagrado, misterioso y sin embargo universalmente inteligible de la leyenda. Una joven princesa, acusada de un crimen abominable, del asesinato de su hermano, no posee ningún medio para probar su inocencia. Su causa será juzgada por el juicio de Dios. Ningún caballero presente se bate a duelo por ella; pero ella tiene confianza en una visiónsingular; un guerrero desconocido ha venido a visitarla en sueños. Es ese caballero el que emprendió su defensa. En efecto, en el momento supremo y cuando todos la juzgan culpable, una barquilla se acerca a la orilla, tirada por un cisne enganchado con una cadena de oro. Lohengrin, caballero del Santo Graal, protector de los inocentes, defensor de los débiles, ha escuchado la invocación desde el fonde del retiro maravilloso donde está preciosamente conservada esta copa divina, dos veces consagrada por la Santa Cena y por la sangre de Nuestro Señor, que José de Aritmatía recogió ahí cuando corría de su llaga. Lohengrin, hijo de Parcival, desciende de la barquilla, revestido de una armadura de plata, el casco en la cabeza, el escudo sobre el hombro, una pequeña trompa de oro al costado, agrupada sobre su espalda. "Si obtengo la victoria para ti, dice Lohengrin a Elsa, ¿quieres que sea tu esposo?... Elsa, si quieres que me llame tu esposo... es necesario queme hagas una promesa: nunca me preguntarás, nunca buscarás saber de qué regiones llego, ni cuál es mi nombre y mi naturaleza". Y Elsa: "Nunca, señor, escucharás esta pregunta de mí". Y como Lohengrin repite solemnemente la fórmula de la promesa, Elsa responde: "¡Mi defensa, mi ángel, mi salvador! tú crees firmemente en mi inocencia, ¿podría haber una más criminal que no tener fe en ti? De la misma manera que tú me defiendes en mi peligro, yo guardaré fielmente la ley que me impones". Hay aquí una belleza de diálogo como se encuentra fervientemente en los dramas de Wagner, toda bañada de magia primitiva, toda engrandecida por el sentimiento ideal, y cuya solemnidad no disminuye en nada la gracia natural.

La inocencia de Elsa es proclamada por la victoria de Lohengrin; la hechicer Ortrude y Federico, dos malvados en la condenación de Elsa, logran excitar en ella la curiosidad femenina, marchitar su alegría con la duda y obsesionarla hasta que viole su juramento y exija de su esposo la confesión de su origen. La duda ha matado la fe, y, desaparecida la fe, lleva la felicidad, Lohengrin castiga con la muerte a Federico por una emboscada que éste le ha tendido, y delante del rey, los guerreros y del pueblo reunidos, declara por fin su verdadero origen:

"...Quien es elegido para servir al Graal queda inmediatamente revestido de un poder sobrenatural; aún aquel que es enviado por él a una tierra lejana, encargado de la misión de defender el derecho de la virtud, no es despojado de su fuerza sagrada mientras permanezca desconocida su calidad de caballero del Graal; pero tal es la naturaleza de esta virtud del Santo Graal, que, una vez revelada, huye inmediatamente de las miradas profanas; es por eso que ustedes no deben concebir ninguna duda sobre su caballero; si es reconocido por ustedes, él debe dejarlos en el acto. ¡Escuchen ahora cómo recompensa la pregunta prohibida! He sido enviado a ustedes por el Graal, mi padre, Parcival, lleva su corona; yo, su caballero, tengo por nombre Lohengrin". el cisne reaparece en la orilla para llevar de vuelta al caballero, hacia la patria milagrosa. La hechicera, en la infatuación de su odio, revela que el cisne no es otro que el hermano de Elsa, aprisionado por ella en un encantamiento. Lohengrin sube a la barquilla después de haber dirigido una ferviente oración al Santo Graal. Una paloma toma el lugar del cisne, y Godofredo, duque de Brabant, reaparece. El caballero ha regresado hacia el monte Salvat. Elsa que ha dudado, que ha querido saber, examinar controlar, elsa ha perdido su felicidad. El ideal se desvaneció.

Baudelaire, Richard Wagner y Tannhäuser en París
Fragmento.