dilluns, de juliol 02, 2012

Traumas de la infancia

Hoy se vinieron a mi memoria viejos recuerdos. Después de haber estado dando vueltas por Once, comprando y entrando a todos los locales (porque todo ese asunto es MUY estresante, y, si no, al menos lo suficientemente cansador), acompañé a mi madre a argentores que tenía que ir a retirar un coso. Ese coso, que desde que a mi madre finalmente cruzó la puerta que separaba el cielo del limbo o purgatorio (o como gusten llamarle a esa sala de espera del demonio) hasta que volvió a salir, demandó una espera previa de más de una hora. MÁS DE UNA HORA esperando a que apareciera el dichoso numerito del turno de mi madre. Sin saber qué hacer con mi alma en pena, me puse a escuchar música y estuve a punto de dormirme en más de una ocasión. Tan tedioso fue el asunto que de ahora en más, me tengo que portar bien porque la nueva penitencia es "te llevo a argentores". "Portate bien o te llevo a argentores". Funciona.

Toooooooda esta situación me hizo acordar de hace unos años, no sé cuántos tendría yo, cuando mi madre no tenía con quién dejarnos en casa y no éramos lo suficientemente "grandes" como para que se animara a dejarnos solos por unas cuantas horas. Entonces iba no sé si todas las semanas, pero lo suficientemente seguido como para que haya persistido en mi memoria, a unas reuniones de no sé qué coso de actores en Ramos Mejía. Lo poco que me acuerdo de ese lugar era que las reuniones se hacían en lo que en mi mente parecía un altillo, mucha madera, muy oscuro y lúgubre, y mientras los adultos estaban reunidos hablando mi hermano y yo estábamos en un rinconcito, en una mesita. Yo me llevaba una mochilita de tela con algún cuaderno y lápices de colores para dibujar. Y la cosa se ponía tan larga y tediosa que yo me aburría de dibujar porque ya no sabía qué hacer o se me acababan las hojas del cuaderno.

Y otra cosa que me hizo recordar mi madre (después de haberme dicho que vaya a sacar la bolsa de basura, que estaba en una silla en el patio de atrás) que no me gustaba de chica salir a buscar algo al patio durante la noche. Pobre. No sabe que todavía es así.

En serio. No se ve nada, en verano tengo miedo de que se me suba alguna cucaracha, o pisar una lagartija, o que me pique algún mosquito con dengue. En los días lluviosos, tengo miedo de pisar algún caracol, babosa, barro. Y si es verano y lluvioso, todo lo anterior. Además, uno nunca sabe quién puede estar escondido en la oscuridad. ¿Eh? ¿Quién se anima ahora?