dissabte, d’abril 28, 2012

De sábado a sábado fui 3 veces al Museo Histórico Nacional. Debe ser alguna especie de récord mundial, si no contamos a la gente que trabaja ahí. 

dissabte, d’abril 07, 2012

Coleccionismo artístico

Algunos textos de Eduardo Schiaffino fueron el origen de ciertos lugares comunes sobre el coleccionismo del siglo XIX que se han instalado con fuerza. Su insistencia sobre la escasez de las colecciones, su funcionamiento aislado y su imposibilidad de acceso trazó un mapa distorsionado de la realidad que, con el tiempo, se fue ampliando y asegurando. la confrontación con la bibliografía de la época demuestra lo contrario. Las fuentes establecen sucesos y situaciones que confirman la movilidad y visibilidad que existían. Evidentemente, trazar el panorama desierto permitía actos fundadores, manía por la repetición inicial que la historiografía artística mantiene hasta la actualidad. Siempre empezar de la nada, lo que engrandece esfuerzos y la autoridad de figuras iluminadoras.

Marcelo E. Pacheco, Coleccionismo artístico en Buenos Aires: del Virreinato al Centenario, p. 141

dijous, d’abril 05, 2012

Anecdotario

Uno de los principales motivos por los cuales disfruto de la historia y otras materias que no le son simpáticas a todo el mundo es por pequeñeces como ésta:

(...) quedó plasmado en una nota del mencionado Archivo Provincial, de fecha 3 de Octubre de 1941, dirigida a la Comisión Nacional de Monumentos. En la nota, el Director del Archivo (es decir, Levene), se dirige al Presidente de la Comisión Nacional (es decir, a sí mismo), a efectos de agradecer(se) el envió de una copia autenticada del proceso seguido contra el matador del Gral. Urquiza, donada al Archivo “por resolución de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos de su digna Presidencia” (podría haber dicho, directamente, de mi digna presidencia).

Aparte, se expresaba (a él mismo) que tal pieza histórica (que él mismo se había remitido), iba a ser fichada y puesta a disposición del público.

Finalmente, y observando la formas de la buena cortesía, agradecía al Presidente (otra vez a él mismo), por “su valiosa colaboración”, saludándose con distinguida consideración…

Cabe preguntarse cual habría sido la reacción de Levene al anoticiarse, en la Comisión, de tan amable y cumplida correspondencia signada con su firma autógrafa desde La Plata.

Tal vez habría que preguntarle al presidente de la Academia de la Historia, que, por entonces, como señalé, era ¡también Levene!

Fuente

A fin de cuentas, este tipo de anécdotas son las que uno recuerda por más tiempo, y no quién sucedió a quién, o en qué año fue tal o cual batalla.