dimecres, d’abril 22, 2009

Cosas que no sabía(s) de la conquista de América

Entre las personas que una vez "encontrado" el continente se aventuraba a las largas travesías, estaban aquellas que iban en busca de la fortuna, en busca de las maravillas que los cronistas narraban tal vez un poco exageradamente, y otros que se veían forzados a alejarse de Europa para escaparse o porque tenían poco o nada para perder. Entre estas personas estaba Cortés mismo que, según contaba hoy mi profesora, se metía con mujeres casadas hasta que fue amenazado de muerte por uno de los maridos. América parecía ser una perfecta excusa para no encontrarse con una muerte anunciada.
Por otro lado, Pedro de Mendoza, el primer fundador de Buenos Aires, una persona adinerada, con título de nobleza y todo, se hizo a la mar (oceánica) porque le habían dicho que en estas tierras existía un árbol maravilloso que lo iba a curar de la sífilis galopante terminal. Nunca lo encontró y murió en el viaje de regreso, si no recuerdo mal.
Uno de los mitos que por allí circulaban decía que en este nuevo pedazo de tierra podría hallarse, ¿por qué no?, la fuente de Juvencia, que devolvería a quienes en ella se sumergiesen, la juventud y la belleza; diche fuente la buscaban en la península de Florida ("¿Será por eso que los ancianos en Estados Unidos se van a vivir allá?", se preguntaba mi profesora).
Uno de los que recorrió esa península fue Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que naufragó allí, se mezclo con los indígenas, realizó una especie de cura con piedras y fue nombrado chamán. Con ese rol lo encontraron más tarde y volvió a Europa. Tiempo después volvió a embarcarse, volvió a naufragar, llegó a Brasil, caminó, caminó y descubrió las cataratas del Iguazú.