dimecres, de juliol 15, 2009

Cuando era chica, no me gustaba dormir la siesta

Escucho a Perlita durmiendo al lado mío, su respiración hace ruiditos, como si estuviera resfriada. Toda acurrucada, en forma de poroto con sobre peso.
Cuado Mishuni duerme, se le oye respirar, o tal vez sean ronquiditos. Se le escucha respirar hasta unos... no sé, ¿dos metros?
Hoy Leticia se durmió sobre mí, y cuando sueña, se le mueven las patas y los bigotes, y se perciben gestos en su cara, que van y vienen.
Iara y Morena, cuando sueñan, lloran. Eso me asusta, y las despierto.

Las mascotas en mi casa tienen el mejor dormir del mundo.

Cuando era chica, no me gustaba dormir la siesta. Cuando tuve una habitación separada de la de mi hermano, cerraba la persiana dejando que entrara luz suficiente por las hendijas. Mi madre me acostaba y yo me ponía a leer. A las dos horas, cuando me venía a despertar, me hacía la dormida y escondía el libro. Hasta que un día, mi perra se dio cuenta de que no estaba dormida y quería entrar a la habitación. Rayaba y rayaba la puerta. Ese día había visitas, entonces madre estaba en el living. Se dio cuenta, abrió la puerta y yo me llevé el susto de mi vida. Después de un tiempo se dio cuenta de que era inútil. Durante muchos años, no me iba a dormir a la tarde pero ni aunque estuviera enferma. Últimamente, lo único que quiero hacer en el día es quedarme en la cama, durmiendo o, como en viejas épocas, leyendo.

Esto de las responsabilidades...